Este polémico e icónico librito es como el escarabajo de Volkswagen: un clásico.
Discutido y machacado por muchos especialistas en administrar los recursos más humanos, y también por los nuevos buscadores de talento, El Principio de Peter es útil, sencillo, eterno y demoledor.
Mientras en 1969 el Apolo XI llevaba al Homo Sapiens a pisar la luna y Los Beatles inmortalizaban el paso de cebra de Abbey Road, el multifacético Laurence Peter y el guionista Raymond Hull ya nos advertían de nuestra magna incompetencia, publicando por entonces la primera edición de El Principio de Peter.
Pues sí, lloremos juntos si hace falta, porque todos tenemos un punto a partir del cual es mejor perdernos que encontrarnos.
EL Principio de Peter establece que en una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia. Por lo tanto, en las organizaciones modernas, el trabajo es realizado por aquellos que nunca podrán elevarse a una altura suficiente para alcanzar su nivel de incompetencia. Los autores utilizan un lenguaje algo pasado de moda, además de ciertos ejemplos sexistas o incorrectos, pero no por eso ha perdido su vigencia: incluso en 2018, las competencias que un político necesita para dirigir su carrera no tienen mucho que ver con las exigidas para gobernar. Y ninguna de las cualidades necesarias para ser un gran vendedor lo capacita para dirigir un equipo comercial.
A no enojarse, ni comentar este asunto con el jefe…aceptemos la universalidad de la incompetencia, que mañana será otro día.
| Autor: Laurence Peter & Raymond Hull
| Editorial: Penguin Random House, 2009
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