Con sus 100 años bien cumplidos, ha muerto el polémico y controvertido Henry Kissinger, el veterano político y diplomático americano nacido en Alemania.
Estadista maldito para algunos o idealista inmoral para otros, no hay muchas dudas al respecto de la importancia que sus libros tienen a la hora de entender la política internacional de nuestro pasado reciente.
Orden Mundial – Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia – fue escrito hace casi una década y no acusa el paso del tiempo. Por momentos parece un tratado de historia contemporánea, imprescindible para entender qué estamos haciendo todos juntos en esta selva violenta llamada planeta Tierra.
Pero se trata de un excelente relato sobre la construcción del orden mundial, una cuestión que, actualmente, a la mayoría le importa un pepino hasta que un atentado magnicida o una guerra inesperada hace su aparición en las noticias de la noche.
El concepto de Estado Soberano cambió el sistema internacional.
La Paz de Westfalia supuso un giro de ciento ochenta grados en el futuro de las naciones y la doctrina de la igualdad soberana dio lugar al equilibrio de poder. Henry Kissinger hace un recorrido serio y documentado por la trayectoria de los países que aceptaron integrar la comunidad internacional, y también de aquellos que solamente la desafiaron, alegando motivos religiosos o políticos, o simplemente por negarse a aceptar una serie de reglas fundacionales en las que no participaron.
Hace un análisis sobre las causas y consecuencias de las dos Guerras Mundiales y otros conflictos importantes, visto desde la perspectiva de las estrategias diplomáticas y del pensamiento de los grandes estadistas del siglo XX.
Orden Mundial – Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia – no es un libro escrito para justificar las actitudes imperialistas de los Estados Unidos y aquel que no quiera leerlo motivado por esa sospecha, o por considerar demostrado que la diplomacia es intrínsecamente inservible, estará cometiendo un grave error.
Henry Kissinger, como tantos otros, se preguntaba hace diez años cuál sería el derrotero de la política internacional, ahora en manos de políticos mediáticos que simplemente ponen en práctica los resultados de las encuestas públicas diarias.
El liderazgo democrático está siendo sustituido por personajes políticos cuyo estatus depende directamente de su capacidad para dramatizar los hechos y obtener aprobación mediática.
Y si la diplomacia internacional se transforma en gestos dirigidos a calentar pasiones, la búsqueda del equilibrio corre el riesgo de ceder el turno a quienes decidan poner a prueba los límites del sistema.
| Autor: Henry Kissinger
| Editorial: Penguin Random House, 2014
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