En una de las pymes en las que participo como socio palanca, estamos con este rollo de obtener el certificado de calidad de la ISO piri pipi.
Se trata de alcanzar la excelencia, de adquirir unos hábitos maravillosos y no perderlos, porque de lo contrario tu negocio será mediocre y tu vida un absurdo…
¿Tú quieres la excelencia?
Reúnete una vez a la semana con gente inteligente, cuestiónate el estatus de todo, lee quince minutos al día (el Marca no cuenta), fíjate metas pequeñas hasta que descubras qué hacer contigo…y madruga.
Sí, madruga che, que va siendo hora.
(Frase correcta para lectores argentinos: sí, madruga de una vez, boludo, que va siendo hora).
Y si tienes una pyme, no dejes pasar la oportunidad de equipararte a esas grandes empresas que demuestran al mercado que sus procesos están bajo los estándares de calidad más altos del mundo mundial.
Como la española Renfe, o la muy americana NASA, que tienen unos certificados ISO más grandes que una sábana de dos plazas.
La gente de RENFE (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles) compró en 2020 unos 31 trenes por 258 millones de euros a CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) para que vayan y vengan por Cantabria y Asturias. Pero resulta que por el camino algún atontao hizo un montón de túneles que los trenes no pueden atravesar…no caben.
Es decir, el agujerito es muy pequeño, o el trencito es muy grande.
Al menos todavía no fabricaron nada, ni los silbatos han comprado.
La oposición dijo, cuándo no, que es imposible superar una chapuza como esta…
Pero mienten.
En 1998, la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio en nuestro idioma) lanzó la sonda Mars Climate Orbiter, cuyo destino final no era Teruel ni Pionyang, sino Marte.
Meses después de su victorioso lanzamiento, los pequeños ajustes en su trayectoria comenzaron a no tener el efecto deseado. Cuando el artefacto espacial llegó a Marte y quisieron ponerlo en órbita, se hizo pedazos al instante.
327 millones de dólares de aquel entonces desparramados por la atmósfera del planeta rojo. La investigación reveló que, para medir el impulso (aceleración para los de letras), la Orbiter utilizaba la unidad métrica convencional, pero el software del ordenador de tierra, fabricado por un importante proveedor internacional, utilizaba el sistema métrico anglosajón…vaya detallito.
Cada vez que encendían los motores, el efecto era cuatro veces mayor al previsto. La sonda Orbiter avanzó a toda pastilla hasta chocar contra la atmósfera marciana y pasar a la historia como una excelente chatarra americana.
¿Tú quieres comenzar un negocio y hacer las cosas bien desde el principio?
Olvídate de la excelencia y preocúpate por crear una estructura fuerte y sólida, que no se atasque ante los obstáculos ni se estrelle contra los demás.
En el Episodio Unohay 19 claves terrenales para tener en cuenta.
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